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Camino Primitivo en bici - Etapa 2: Colinas de Arriba (Tineo) → O Cádavo
Segunda jornada del Camino Primitivo en bicicleta de carretera: una etapa exigente con paisajes espectaculares y mi experiencia personal pedaleando hasta Lugo (casi)

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Etapa 2 del Camino Primitivo en bici: Colinas de Arriba (Tineo) → O Cádavo
Ni siquiera con los tapones conseguí dormir en condiciones. Y aún así me levanté medio descansado. Enseguida nos fuimos todos los peregrinos a desayunar. El ambiente era mucho más tranquilo que el día anterior. El desayuno en el albergue de Los Hospitales es (como a mi me gusta y como debe ser) contundente: fruta, tostadas, bebida caliente, yogur, magdalena. Algunos se llevan parte del desayuno para el camino.
Una vez listos lavamos los dientes y todo el mundo va preparando su mochila. No hay grandes despedidas ya que la mayoría se seguirán viendo los próximos días. No es mi caso ya que cuando yo acabe (si todo va bien) mis compañeros acabarán de llegar a Galicia. Soy el último: ayer decidí dejar la bici sin preparar y me tengo que poner con ello a primera hora. Limpio la transmisión principalmente, la lubrico y voy acabando de prepararme. Cuando me voy ya están limpiando las habitaciones.
Salgo del recinto y voy dejándome llevar por la cuesta, sin dar pedales, pensando en la que me espera: 110km y 2.500m de desnivel sobre el papel. Pero también en que voy a atravesar algunos de los parajes más solitarios y bonitos del Camino y de Asturias. El cielo está muy cubierto con nubes bajas, que están posadas sobre las cumbres cercanas. Hay que aprovechar para quitar kilómetros ya que la previsión da que el día aclarará y habrá mucho sol.
La carretera es muy buena y sin tráfico, pero un gato muerto en la cuneta me recuerda que cuando pasan los coches por este tipo de carreteras no suelen ir despacio… Subo un breve repecho y aparezco en el alto de Porciles. Pequeña bajada, otro repecho y llego al alto de Lavadoira. Descenso largo y rápido hasta Pola de Allande. Antes de llegar me encuentro (como no) con una cuadrilla de mantenimiento de carreteras.
Pola de Allande es un pueblo que me encanta, aunque hoy no tengo tiempo para pasear. Un par de fotos y para El Palo. El pueblo amanece lleno de peregrinos, algunos orientales, que están arrancando su día. En el pueblo hay un cierto ambiente.
El Puerto del Palo
La subida del Palo es bastante larga, unos 10km y aunque sus pendientes son cómodas (5-6%) con la que me espera hoy es necesario ir regulando. Paso por la gasolinera del pueblo, unos llamativos chalets y ya se acabó Pola de Allande. Voy pasando por los diferentes pueblos: Colobredo, Peñaseita,… mientras cojo altura. El paisaje es totalmente distinto al del día anterior. Mucho menos humanizado, sin cultivos, monte bajo. El asfalto es fino y permite subir cómodamente. Paso el desvío para La Marta y el Bustantigo, y ya veo referencias a Grandas de Salime (38km). Falta mucho, pero gran parte será en bajada.
La carretera me recuerda mucho a la de La Cobertoria, por el ancho y el asfalto, aunque por suerte no por la pendiente. Paso por unas ruinas y llego a una gran curva a la izquierda, con una explanada donde un hombre se prepara para caminar. Quizás subir al Panchón, techo de Allande o a Los Hospitales. Apenas hay tráfico y en su mayor parte parecen ganaderos con todoterrenos o pequeños camiones. El tiempo quiere ir mejorando, pero las nubes se niegan a soltarse de las cimas. Aún está fresco.
Paso una horquilla a la derecha que vengo viendo desde hace un rato y encaro el final de la subida. Sé que falta poco porque por esta zona ya he pasado a pie corriendo la maratón de Allande Extremo hace unos años. Llego a la Fonte las Muyeres donde repongo agua y continuo lo poco que me queda hasta el alto, que rodeado de nubes y con los postes amarillos para la nieve recuerda a las fotos de carreteras islandesas.
🎥 Vídeo del Camino Primitivo en bici
En el puerto hace mucho frío y la bajada es larga, así que me pongo el chaleco. El paisaje es una pasada. Un mar de nubes tapa el valle del Navia, de donde surgen montañas poco escarpadas en un mosaico de verdes más oscuros (y salvajes) cuanto más cercanos y más claros (y domesticados hacia la zona de los Oscos). El Panchón está envuelto en nubes y no se ve. Hacia los Hospitales se ve algo más. A lo lejos, un hueco en las nubes deja pasar un rayo de sol que cae directamente sobre Montefurao (de los pocos pueblos que se ven).
Me lo estoy gozando, pero tengo que continuar, aún queda mucho recorrido… Así que con cierta pena me despido de El Palo y me dejo llevar por la cuesta. La primera parte de la bajada es muy rápida y con curvas cerradas, así que hay que concentrarse. No paro en el mirador que hay al poco de empezar a bajar: no creo que mejore las vistas que acabo de tener y me conviene seguir avanzando. Pasa un camión de ganado y lo saludo: da cosa ir por un sitio tan solitario.
Enseguida la pendiente se suaviza y llego a Montefurao lugar icónico del Camino de Santiago en Asturias. Cualquier promoción que se haga siempre tiene alguna foto de este sitio. Y no es casualidad. Hago mis fotos y continuo con un tramo más bien llano, incluso con algo de subida. La luz es increíble y proyecta mi sombra sobre el talud de la carretera. No me puedo resistir a grabar un par de vídeos. Aquí me encuentro algunos peregrinos ya. Deben haber madrugado mucho.
Continúo el descenso y voy levantando pájaros (¿jilgueros?) que me acompañan unos metros en paralelo a la carretera. Sigo sin apenas ver casas ni gente. Una maravilla, pocos sitios en Asturias pueden darte esta tranquilidad. Paso por el desierto pueblo de Lago y, según voy acercándome a Berducedo ya se van viendo más síntomas de humanidad: pistas bien mantenidas, explotaciones forestales…
Hay un pequeño choque al llegar a Berducedo, que ya tiene bastante entidad después de tantos kilómetros de nada. 20km para Grandas de Salime. 105 a Lugo, vale más no pensar en ello. Bares, albergues, columpios… ¡vida! Durante este trayecto me he cruzado con varios (tal vez el mismo) pickups de mantenimiento de electricidad. Supongo que entre los abundantes eólicos y la hidroeléctrica habrá algo de trabajo.
Continúo la bajada con el camión del butano estorbándome. Sin embargo, la carretera no me da para adelantarlo ya que es demasiado revirada. En un pequeño repecho consigue dejarme atrás pero sé que antes de llegar abajo (aún falta bastante) voy a volver a alcanzarlo. Sigo levantando pájaros con mi paso que vuelan unos cientos de metros paralelos a mi, a pocos metros.
La carretera va perdiendo altura, entrando en el valle del Navia y cubriéndose de bosque. Eso y el hecho de ir bajando hacen que la sensación térmica se desplome y me da una tiritona que no tengo recuerdo de haber vivido nunca. Estoy temblando bastante, hasta me castañean los dientes, pero no puedo controlarlo. Al pasar por el pueblo de El Collao veo el desvío a San Emiliano y sé que ya casi terminé la bajada, así que decido continuar sin abrigarme.
Pantano de Grandas de Salime y Grandas
Y, tal y como había previsto, me vuelvo a encontrar con el camión del butano en mitad de la bajada. Eso sí, están detenidos en un semáforo temporal que regula el tráfico en un argayu. Paro también unos minutos (que tampoco me viene mal con el frío que tengo). Soplo en las manos para intentar calentar los dedos. Cuando por fin se abre el semáforo continuamos la bajada y enseguida llegamos al mirador del pantano de Salime. El sitio ya lo conocía de hace unos 25 años que nos había traído mi tío a mi hermana y a mi en una excursión en nochevieja o añonuevo. Lo recordaba más espectacular, cosas de visitar algo de niño/adolescente, pero sigue siendo bonito. El recuerdo de aquella visita me pone un poco triste/emotivo.
Al salir del mirador pasa un ciclista, es el tercero que me cruzo hoy, todos subiendo hacia Berducedo. No veía ciclistas probablemente desde La Cabruñana el día anterior. Me pregunta si me engancho con él pero llevamos direcciones opuestas.
Bajo al pantano y decido para un rato: aquí da el sol y necesito recuperar temperatura y alimentarme. Mientras me entretengo al sol haciendo fotos y vídeos me como el último rice cake y al rato continúo para arriba. La subida es medianamente dura, sobre un 8%, pero (craso error) pensaba que era lo peor de la subida al Acebo, último gran puerto del día así que voy tirando sin rechistar.
En este tramo el Camino transcurre por la carretera así que está lleno de peregrinos. Llego a un mirador en el que también paramos cuando visité de chavalete la zona y le pido a un peregrino que me haga una foto para compararla con la que tengo aquí de entonces. Cuando llegué a casa comprobé que tampoco me había tratado tan mal la vida (el que no se consuela es porque no quiere).
Voy superando la melancolía con las rampas que me llevan a Grandas de Salime donde paro en un bar a tomarme una Coca-cola y un pincho de jamón. Aprovecho para que me sellen la credencial del peregrino. 4,20€ me parece un poco excesivo para un pueblo así, pero es lo que hay. Enseguida retomo los pedales, paso por la curiosa iglesia y me pongo a subir el Acebo, última gran dificultad del día.
El Alto del Acebo y Piedras Apañadas
La carretera atraviesa varios pueblos. Esto no tiene nada que ver con el Palo, está totalmente humanizado y el tráfico, sin ser abundante, es mayor. Y además a altas velocidades que permite la carretera. En un largo descanso que tiene a la mitad me permito el lujo de acoplarme un poco y apretar, pero cuando parece que ya no puede endurecerse, en una recta, se ve un gran cambio de pendiente (a más duro) que ya me acompañará hasta arriba.
Corono el puerto pero aún no entro en Galicia. ¡Es una trampa! Toda esta zona es así, ya no hay pasos con subidas y bajadas muy definidas, sino repechos y constantes cambios de pendiente. Pasado un rato cartel de Galicia/Lugo. Desde el pantano de Salime el cielo está totalmente despejado y la temperatura no ha parado de subir. Poco a poco llego a Galicia y al poco tiempo a un cruce característico con un bar.
Aquí decido seguir con el plan que traigo de casa y, como las piernas aún van bien y es un sitio tan tan tan a desmano, aprovecho para subir el techo de Grandas de Salime: Piedras Apañadas. Meto todo el desarrollo que tengo para no arrepentirme después de la excursión y tomo el desvío hacia el mítico municipio de Negueira de Muñiz. Después de un par de kilómetros corono el alto (que no el pico) de Piedras Apañadas, que no tiene grandes pendientes. El calor aprieta bastante y las vistas son muy amarillas para un asturiano. En el alto me desvío otra vez hacia el norte para subir la rampa de asfalto (en deplorable estado) hasta llegar arriba. La pendiente supera aquí el 15% en la parte superior, aunque son pocos metros. En el pico no paro mucho ya que el calor me está empezando a afectar y aún me falta bastante para terminar hoy. Es una cima con varias casetas, alguna parece más para controlar incendios antiguamente. También hay varios molinos eólicos.
Me paro a reflexionar: no creo que haya mucha gente que haya subido a Piedras Apañadas saliendo desde Oviedo en bici. Como tampoco creo que haya muchos peregrinos que haciendo uno de los caminos más duros le añadan a la etapa reina este tipo de extras. Pero me encanta haberlo hecho. Para mí es el techo de mi Camino Primitivo.
Fonsagrada y tramo final hasta O Cádavo
Empiezo la bajada andando ya que el asfalto está completamente roto y enseguida me monto para bajar con tensión otra vez hasta el alto. Aquí tomo de nuevo la carretera hasta el cruce del bar de antes, donde ya hay bastantes peregrinos. Seguramente dormirán en Fonsagrada, parada típica del Primitivo. El tramo a Fonsagrada se me hace bastante pesado, es un contínuo sube y baja por los altos de la zona y tanto la calor como los kilómetros van haciendo mella. Decido que no puedo salir de Fonsagrada sin haber conseguido agua, que ya he terminado. Curiosamente, Fonsagrada no está como esperaba en un sitio protegido sino más bien en lo alto de una montaña, por lo que para llegar hay que subir un repecho más largo de lo habitual.
Una vez en Fonsagrada voy recorriendo la calle principal, con tráfico y teniendo que parar (cosa a la que ya no estaba acostumbrado) buscando una fuente que no existe. Un gran bluf ese nombre. Ahí los asturianos somos más honestos porque nuestra Fuensanta sí tiene agua 😂. Total que antes de que termine el pueblo me paro en un bar y pido un Aquarius, que me sellen la credencial y que me rellenen el bote de la bici. 2,3€.
Salgo del pueblo más animado y no sólo por la hidratación sino también por la bajada (que dura poco). Enseguida, en un área de descanso para peregrinos al lado de la carretera veo una fuente con bastante caudal. Cosas que pasan. La carretera continúa sube y baja por entre eólicos y pinares y con mucho calor. Esta zona es bastante más seca que lo que estoy acostumbrado así que me cuesta. La dureza en sí es más psicológica que física, porque realmente las subidas son todas poco pendientes y cortas, pero el calor me mata.
Tras un rato pedaleando alcanzo el Alto de Cerredo, de 960m, y empiezo una bajada bastante empinada y larga. Entro a toda velocidad en Paradavella, el pueblo de nacimiento de mi padre y, aunque tenía pensado mandarle una foto, sigo de largo. La siguiente subida me lleva a A Lastra, donde me detengo bajo una pequeña sombra a ver si voy bien: no quiero equivocarme de camino.
Empiezo la bajada con la esperanza de llegar ya a O Cádavo sin más cuestas… ¡iluso de mi! La pendiente vuelve a cambiar enseguida para ascender al enésimo alto del día: La Fontaneira, de 936m. Varios repechos más me conducen por fin a la última bajada y enseguida llego a mi destino. Doy una vuelta a la rotonda del pueblo y cuando me decido a parar para ver dónde está el albergue lo veo y me dirijo allí.
Una tarde en O Cádavo
Entro en el albergue Porta Santa y enseguida me atienden. Meri, la hospitalera me ayuda a instalarme. En este caso la habitación tiene muchas más camas (en Colinas éramos 4 personas solamente) y sólo quedan un par de literas de arriba (para mi las mejores). Me instalo en la 13 porque está más alejada de la puerta y, además, no soy supersticioso. Me ducho, me visto de civil, tiendo la ropa lavada el día anterior (y sin acabar de secar aún) y me voy a dar una vuelta por el pueblo.
Llamo a casa, hablamos bastante tiempo contando las aventuras del día. El sitio tiene varios albergues, bares y restaurantes, así como otros servicios. No obstante, aunque tiene algo de ambiente, no deja de ser un sitio tranquilo. Se ven algunos ciclistas con bicis eléctricas tomando algo en los bares de la zona. Una vez resuelto lo importante, busco dónde cenar y pregunto la hora aproximada, que nuevamente es muy temprano para mi costumbre, pero es lo que hay. Después entro en un supermercado a comprarme un helado (aún hay mucho calor) y termino comprando en su lugar un batido de chocolate para recuperar y un agua con gas para rehidratarme (no llega a 2€). Paseo todo el pueblo, incluso tengo tiempo para estirar un poco antes de salir a cenar.
La cena entra fácil: una pizza margarita y de postre tarta de Santiago (no podía ser de otra manera). 12,6€. Un peregrino americano se pide unas lentejas para cenar y encima con el calor que hace… Me doy una vuelta para bajar la cena y me voy a la entrada del albergue, donde hay unas mesas y unos bancos. Hay más peregrinos, pero principalmente me ocupo de limpiar la bici para el día siguiente.
A las 22:00, con todo el mundo en la cama, se apagan las luces e intento dormir lo mejor que puedo. Y aunque me cuesta un poco empezar en una habitación con tanta gente, acabo consiguiéndolo. El propio albergue cuenta con habitaciones más pequeñas y todavía asequibles, pero esta experiencia forma parte también del Camino y me alegro de estar viviéndola.
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